Segundo año consecutivo: la crítica programa. Esta vez, los filmes seleccionados vienen de lugares muy lejanos para erigir una mirada sobre lo ajeno, pero después revelan que los otros… somos nosotros mismos. Aquello que un día estuvo delante de la cámara, y que hoy está en la pantalla, no deja de recordarnos nuestro mundo: lo más exótico puede ser también lo más cercano.
La fascinación por reconocerse en los demás es una constante en el programa de este año: primero, los cineastas se quedaron prendados de un lugar o de una comunidad; luego, los críticos sintieron ese mismo magnetismo ante las imágenes; y ahora somos nosotros, los espectadores, los que vamos al encuentro del otro, tecnología mediante. Cineastas, críticos y espectadores: todos somos etnógrafos.
Por eso, Raquel Schefer abre su texto con una cita al artículo “El artista como etnógrafo”, del crítico de arte Hal Foster. Su programa de cortometrajes, titulado ‘Lo que nos mira’, desafía el concepto de alteridad con una serie de piezas donde el otro toma el control de la representación: puede ser la naturaleza salvaje de Wayward Fronds (Fern Silva, 2014) o los nómadas urbanos de Le terrain (Bijan Anquetil, 2014), dos ejemplos de que la distancia entre quien filma y lo que filma puede ser abolida.
La propuesta de Brais Romero va en la misma línea: Of the North (Dominic Gagnon, 2015) es un artefacto lúdico y envenenado, una selección de vídeos bizarros sacados de redes sociales donde los habitantes del ártico canadiense retratan desvergonzadamente su idiosincrasia. La mirada del cineasta coincide aquí con la mirada de los sujetos representados, que filman sus historias para el placer de propios y extraños. Gagnon le da ritmo y sentido a semejante inundación de polvareda audiovisual, para que veamos que el Ártico es, por desgracia, un lugar tan ruin como cualquier otro para vivir. El resultado, con estos mimbres, es una reescritura punk de Nanook of the North (Robert J. Flaherty, 1922) a modo de autoetnografía.
Por último, el filme seleccionado por Sergio de Benito, When the Earth Seems to Be Light (Tamuna Karumidze, Salome Machaidze & David Meskhi, 2015), nos lleva hasta Tbilisi, la capital de Georgia, donde un grupo de skaters intenta transformar su realidad a través del espejo de occidente. Estos chicos y chicas insisten en alcanzar la libertad sin bajarse de sus monopatines, en un esfuerzo cotidiano, ingenuo y admirable, que resulta contagioso, porque su lucha, a fin de cuentas, es también la nuestra.
por Martín Cuesta Gutiérrez e Iván Villarmea Álvarez
Lo que nos mira
En un artículo fundamental publicado en 1995, The Artist as Ethnographer, Hal Foster, evocando la figura benjaminiana del “autor como productor”, identificaba el nuevo paradigma del arte “avanzado”: el “artista como etnógrafo”. Para Foster, la antropología se había vuelto la disciplina de referencia de la práctica artística y del discurso crítico. Si, en el paso del paradigma productivista al paradigma “cuasi-etnográfico”, el arte autónomo prevalece al objeto de contestación, el artista-etnógrafo se inclina hacia el “otro cultural” y ya no sobre el proletariado coma el “otro social”. Sin embargo, según Foster, ciertos presupuestos esenciales del paradigma productivista persisten en el nuevo paradigma. Entre ellos, la afirmación de que el espacio de transformación artística como espacio de transformación política se sitúa invariablemente en otro lugar y de que el punto de subversión de la cultura dominante es siempre percibido como una exterioridad definida como alteridad cultural o social. En este panorama, el artista debe presentarse y ser percibido como el “otro social” o “cultural”. Más allá del riesgo de “estandarización ideológica”, señalado por Foster en la estela de Benjamin, el sistema de oposiciones binarias que sustentó históricamente la antropología (y el colonialismo) perdura en este paradigma.
Más de veinte años tras la publicación de The Artist as Ethnographer, el programa Lo que nos mira interroga el más reciente “giro etnográfico” del cine. Filmes como Occidente (2014), de Ana Vaz, o Despedida (2013), de Alexandra Cuesta, repiensan las nociones de “mismidad” y de “alteridad” a partir de una revisión de las posiciones de interioridad y de exterioridad que toma en cuenta las especificidades del medium cinematográfico. ¿Qué ocurre cuando la alteridad está entre el dentro y el fuera, cuando es simultáneamente pensada como interioridad y exterioridad? ¿En qué medida la reversibilidad entre mismidad y alteridad permite sobrepasar la oposición entre subjetivismo y objetivismo y la separación entre sujeto y objeto de representación y de conocimiento?
En el panorama cinematográfico contemporáneo, las narrativas de la alteridad son frecuentemente abordadas a través de formas estéticas y narrativas experimentales. Los cinco cortometrajes no solo denotan esa tendencia, como también, al repensar conjuntamente alteridad y mismidad, manifiestan la oposición entre historia y “fabulación”, en el sentido deleuziano del término, adoptando un sistema de representación marcado por la indeterminación de género y por el fabular de la experiencia cinematográfica. Filmes como los arriba citados y Deep Sleep (2014), de Basma Alsharif, Wayward Fronts (2013), de Fern Silva, o Le Terrain (2013), de Bijan Anquetil, describen experiencias de la miradas en las que el sujeto de representación es investido por la visión del objeto representado. Parafraseando el título de la obra de Georges Didi-Huberman publicada en 1992, lo que vemos, nos mira.
Experiencias visuales de exposición de sí mismo a la mirada del otro, los cinco filmes ensayan una semi-rotación (Cuesta, Silva, Anquetil) o una rotación de la mirada (Vaz, Alsharif), confusión de las fronteras entre alteridad y mismidad. Al repensar las condiciones estéticas, políticas, epistémicas y éticas del cine, redefinen en el campo cinematográfico el paradigma “cuasi-etnográfico” teorizado por Foster. El fuera y el otro dejan de ser los elementos de subversión de la cultura dominante. A través de la creación de un efecto de co-presencia, la gestión del punto de vista del observador por el del observado destituyó la alteridad como punto de subversión, sustituyéndola por el pensamiento de la relación en los sistemas de representación. Reflexión sobre la relación, “punto de inquietud” del ver, en los sistemas de representación, estos filmes, aún situándose en el paradigma “cuasi-etnográfico”, exceden su sistema binario rumbo a una antropología de la forma y de la relación.
por Raquel Schefer (La Furia Umana)
DEEP SLEEP
“Deep Sleep nos lleva de viaje por las ondas sonoras de Gaza, a diferentes yacimientos de ruinas modernas. Con la entrada a Palestina restringida, aprendí auto hipnosis con el fin de ubicarme doblemente. El resultado es una aventura a las ruinas de antiguas civilizaciones incrustadas en ruinosas civilizaciones modernas, hacia un lugar en ruinas más allá de toda evidencia de civilización.” Basma Alsharif
Contacto:
Basma Alsharif
basmalsharif@gmail.com
Despedida (Farewell)
Mezcla de sonido: Nicolas Fernández
Filmado en Boyle Heights en el Este de Los Ángeles, este barrio de transición y de cambio encuentra un punto común con la poesía de Mapkaulu Roger Nduku. Poemas sobre pasajes y sobre finales abren el espacio proyectado. Una hilera de cuadros visuales componen una carta de despedida para un hogar efímero.
Contacto:
Alexandra Cuesta
alexiagalaxia@gmail.com
LE TERRAIN
Producida por L’Atelier Documentaire
¿Qué es “tu lugar”? ¿un hogar? Como mínimo sería sorprendentemente un pedazo de tierra, un término catastral que confina a una comunidad apenas tolerada a la no residencia en la periferia urbana. Durante un año, Bijan Anquetil filma a un grupo de gitanos que se asientan en ese pedazo de tierra, antes de ser desplazados a una población vecina.
Contacto:
L’Atelier Documentaire
atelierdocumentaire@yahoo.fr
OCCIDENTE
Occidente es un film poético que habla de cómo la historia colonial se repite a sí misma. Los empleados se vuelven patrones, las antigüedades se convierten en vajillas reproducibles, los pájaros exóticos se convierten en lujosa moneda, explorar se convierte en un deporte extremo para turístas, los monumentos se transforman en datos geológicos. Un viaje circular hacia el este y hacia el oeste, provocando ciclos expansivos en la lucha de encontrar un lugar propio, un lugar en el que sentarse a una mesa.
Contacto:
Ana Vaz
anagabriellavaz@gmail.com
WAYWARD FRONDS
Wayward Fronds refiere una serie de hechos históricos que ayudaron a conformar la actual región de Everglades en Florida, al tiempo que ficciona su futuro geológico y sus consecuencias tanto en los nativos como en los habitantes exóticos. En esta película la naturaleza se apodera de todo, se cambian los roles y tras siglos de ser atacada, la naturaleza comienza a domar a la civilización, hasta llevarla incluso a sus misteriosas profundidades acuosas, forzando a los seres humanos a evolucionar y adaptarse a su nuevo medio.
Contacto:
Fern Silva
fernsilva860@gmail.com
Of the North
Casi cien años después de que Flaherty nos enseñase que hay más allá del círculo polar ártico, Dominic Gagnon apuesta en su película por una desmitificación de la vida esquimal. No exenta de crítica, su visión de la vida allí dista del paisaje blanco y virginal que el cine clásico nos dibujaba, donde la vida pasaba por la rutina de una tradición anclada a la sociedad inuit desde hacía siglos.
Of the North es una película situada en un presente absoluto donde las imágenes saturan cualquier pantalla o espacio de la vida real. Gagnon se aprovecha de los vídeos colgados en páginas tipo YouTube para observar el paisaje a través de los ojos del propio habitante. El exotismo y la visión turística quedan a un lado, permitiendo que conozcamos la cotidianeidad de forma directa. Entre los vídeos, escenas caseras o en el trabajo se cruzan con otras sobre el consumo de alcohol o la prostitución. Vemos, ya no la sociedad que Flaherty quiso grabar, sino el producto de una colonización por parte de Occidente de una geografía donde los recursos, especialmente el petróleo, son muy codiciados. Grandes chimeneas que brotan desde el suelo o camiones que vacían su contenido sin preocuparse por el medioambiente rompen un paisaje antaño blanco. Mientras, en un punto del paisaje, una familia fascinada filma a un oso desde su coche; en otro lugar, una ballena es despiezada por decenas de personas.
La puesta en escena, si bien es imposible de categorizar, responde a una visión muy contemporánea. Así mismo, el hecho de ser una película “sin diálogos” según el director refuerza esta idea. La palabra se hace a un lado dejando que la película hable en imágenes. Cada una de su padre y madre, pero todas de un presente en el que todos viajamos con una cámara en el bolsillo con el deseo de conseguir filmar algo nuevo. Y, sin embargo, las imágenes se repiten. Mismas situaciones siguen despertando ese deseo de filmar, y el acto de grabar se convierte en una especie de necesidad equiparable a la de respirar o comer. Si algo no es filmado, no ha existido.
Pero, ¿quién filma? En determinados momentos del documental, no son los inuit los que empuñan la cámara sino los occidentales que allí viven. Es en ese momento cuando vemos otro de los valores de Of the North. Estas escenas, vistas desde el punto de vista, no del habitante, sino del colonizador, muestran esa cierta superioridad casi racista de la visión del occidental sobre el nativo. Cualquier episodio de la vida se transforma en carnaza de internet si lo protagoniza uno de ellos. Así, la cámara se convierte en un elemento de conquista y abre, en los nativos, un proceso de evangelización voluntario donde los esquimales borran su cultura en pos de la integración en la sociedad colonizada.
por Brais Romero (A Cuarta Parede)
OF THE NORTH
Sonido: Dominic Gagnon, Bruno Bélanger
En esta nueva película que, como su predecesora, recurre a filmes amateur colgados en YouTube, Dominic Gagnon muestra a los descendientes de Nanook haciendo “su” propio cine. Crea un “cine-ojo” antiexótico a la Vertov, que revela una aculturación vulgar y desenfrenada; y desarma los clichés que existen sobre los inuit, muy a menudo confinados a las fronteras del mundo contemporáneo.
Contacto:
festival@videographe.org
When the Earth Seems to Be Light (Rotsda Dedamitsa Msubukia)
El resurgimiento del cine georgiano, que bajo la bandera de la URSS vio nacer a cineastas de la categoría de Otar Iosseliani o Mikhail Kalatozov, ha sido uno de los fenómenos más llamativos de los últimos años en el circuito de los festivales internacionales. Autores como Levan Koguashvili (Blind Dates) y George Ovashvili (Corn Island) atestiguan la existencia de un movimiento de marcada tendencia a testificar el presente, pero también a explorar la herencia del pasado como herramienta que cincela sus conflictos. When the Earth Seems to Be Light podría ser vista como una suerte de contextualización documental de toda esta nueva ola, o incluso como el reverso urbano de la ficción I’m Beso (Lasha Tskvitinidze, 2014), en la que el sonido del rap absorbía las esperanzas de un adolescente en medio de un paisaje rural en ruinas. Pero, por mucho que la apelación a la república caucásica como nación obsesionada con conservar estructuras pretéritas sea una constante en sus compañeros de generación, la obra codirigida por estos tres casi debutantes georgianos (Salome Machaidze, Tamuna Karumidze, David Meskhi) posee suficientes elementos para ser tenida en cuenta por sí misma.
La cercana preocupación por el universo juvenil resulta evidente desde la secuencia inicial, cuando un grupo de skaters irrumpe en un páramo abandonado y sus anhelos pasan a capitalizar la película, que otorga voz a sus ideas sobre conceptos complejos como la libertad o la muerte. Esta afición por las cuatro ruedas no tarda en revelarse como el vehículo ideal para relatar visualmente cómo transitan por las decadentes calles de la ciudad, plasmando una relación con el espacio que se alza como factor diferencial de todo el discurso. La imponente presencia de Georgia, entendida conceptualmente, acaba por delatar a sus protagonistas como un mecanismo idóneo para reflejar, desde la indefensión de su ausencia de oportunidades, la eterna paradoja a la que aboca el poscomunismo. El eslabón que ocupan es el más débil de un país viciado por el peso de arraigadas tradiciones, en el que el poder fáctico de la milenaria Iglesia Ortodoxa continúa siendo mayúsculo.
A partir de la inclusión en el montaje de variopintas imágenes de archivo, desde la represión de una manifestación gay en las calles de Tbilisi por las autoridades religiosas hasta un debate televisivo sobre la ausencia de rumbo de la juventud, When the Earth Seems to Be Light emerge también como un desolador collage urbano, en el que los sonidos e imágenes se sitúan a la par en relevancia que los testimonios de unos adolescentes marcados por el influjo casi paranormal de las monstruosidades arquitectónicas que les rodean. Sus tomas nocturnas reflejan la capital georgiana como un escenario inhóspito, en el que los vestigios del pasado soviético acogen la energía del presente y provocan un inevitable colapso, última consecuencia de querer establecer como único activo del país una Historia que los más jóvenes sienten ajena. Al igual que en tantas otras narrativas sobre las nuevas generaciones del Este, los protagonistas encuentran su vía de rebelión en expresiones culturales adueñadas de Occidente y pasadas por el tamiz local.
Si una de las misiones del cine ha de ser prestar voz a los que no pueden expresarla por otros medios, este documental logra su propósito a través de un caudal de imágenes tan caótico como a la postre extrañamente bello, cualidades ambas que forman parte de la identidad definitoria de todo lo retratado. La necesidad de transformar los mecanismos sociopolíticos de antaño en un país nublado hasta la obsesión por el sentimiento nacional se hace palpable, como también que, a pesar de no identificarse con sus valores, es en esta ciudad marchita donde los entrevistados tienen su espacio vital. Como un todo indivisible y doloroso, su día a día es Tbilisi, entre vestigios del pasado que desde su silencio reclaman un cambio efectivo.
por Sergio de Benito (V.O.S.)
WHEN THE EARTH SEEMS TO BE LIGHT
Fotografía: Levan Maisuradze, David Meskhi, Tamuna Karumidze
Sonido: Irakli Ivanishvili
Montaje: Tamuna Karumidze, Salome Machaidze
Música: Natalie Beridze, Nika Machaidze, Maxime Machaidze
Esta es la historia de algunos chicos, skaters, artistas y músicos en un país postsoviético. Un país de distraída condición, donde uno puede ser aplastado por el poder político o eclesiástico. Una historia sobre sentirse perdido en una realidad controvertida, en busca de recovecos inexistentes para expresar su espíritu romántico, para encontrar la libertad.
Contacto:
sales@taskovskifilms.com