David Gladwell

Foco en primera presentación internacional

Modos de ver
por Sam Dunn

En el año 2011 supervisé para el British Film Institute la reedición en Blu-ray —que ya debería haber tenido lugar hacía mucho tiempo— del filme con el que David Gladwell debutó en el largometraje, Requiem for a Village. Un poco más de diez años después, en 2022, volví sobre el proyecto para producir una edición ampliada de la película, en Blu-ray, para Powerhouse Films. En ambas figuraban también varios cortometrajes de Gladwell rara vez vistos hasta la fecha, incluidos los que constan en este programa.

Durante el proceso de conformación de estos discos, Gladwell prestó un gran apoyo aportando toda suerte de documentación relativa a la totalidad de los filmes, así como permitiéndonos acceder a las pinturas que había estado elaborando en las últimas décadas. A pesar de ello, no obstante, parecía algo desconcertado; de hecho, cuando lo visité en 2022 (para grabar los extensos comentarios en audio que se incluyeron en la edición de Powerhouse), manifestó tal desconcierto sin ambages: «¿Esto por qué lo hacéis?», «¿A quién le va a interesar?».

Si bien esta es precisamente la clase de preguntas que habría que considerar a la hora de emprender ninguna operación comercial, la verdad es que no teníamos en mente las previsiones de ventas ni las características demográficas del público. A mí la suerte me había permitido ver esas películas cuando trabajaba en el BFI y me habían cautivado; poder lanzarlas constituía un privilegio, y a lo que se aspiraba era a que más gente tuviese la posibilidad de verlas.

Por supuesto, a lo que apuntaban las preguntas de Gladwell era a que el impacto que pudieran haber tenido originalmente esas cintas quedaba limitado a los abstrusos círculos de los cineclubes de aficionados y festivales internacionales de cine, y a que, aunque en todo este tiempo le habían valido admiradores (entre los que destacaba Lindsay Anderson, para quien Gladwell editaría más adelante If…. y O Lucky Man!), las películas se produjeron fuera de lo que era la corriente dominante y la intención no fue nunca que funcionasen en un contexto comercial.

Estos hechos, sin embargo, lejos de constituir un motivo de preocupación, fueron los que explicaron las condiciones bajo las que se generaron las singulares concepciones de Gladwell. ¿Cómo si no iba a poder alguien crear un trabajo tan libre y tan contundente a la vez? Se trataba de películas que —pese a presentarse como obras narrativas en su formato— exigían que el público las viviese como se podría vivir una ensoñación o la composición musical más arrebatadora.

De hecho, la afirmación de Walter Pater de que «todo arte aspira constantemente a la condición de música» parece del todo oportuna cuando uno considera los filmes de Gladwell. Tanto da que A Summer Discord y Miss Thompson Goes Shopping sean, en esencia, mudas (aunque con alguna insinuación en audio en el caso de esta última): ambas son composiciones en la luz y en la sombra, en el espacio y en el tiempo. Claro está que podemos hablar de sus «historias» —la vivencia de la soledad de una chica; el desplazamiento de una anciana a un mercado cercano—, pero tales elementos son tan importantes, o no, como los temas de algunas obras musicales. La pasión y la poesía de estas películas se dejan sentir no mediante el acto de aprehender lo que está sucediendo en ellas, sino, más bien, por medio de un efecto formal acumulativo en el cual movimiento y yuxtaposición —al fin y al cabo, la edición es el fuerte de Gladwell— revisten capital importancia.

Y An Untitled Film es el non plus ultra en este sentido. Para tal exquisita pieza audiovisual, Gladwell y el bailarín, coreógrafo y compositor vanguardista Ernest Berk (con quien Gladwell volvería a trabajar en 28B Camden Street, de 1965, y Dance, de 1967) colaboraron codo con codo para crear una obra cuya «historia» es simplemente el marco del que pende su radical experimento formal. Se trata de un trabajo, elaborado a partir de imágenes extremas a cámara lenta y nítidas texturas sonoras disonantes, que exige ser, más que «interpretado», experimentado. (El propio título, con su reflexividad, ya subraya el hecho de que se nos invite a sumergirnos en el medio y no en el mensaje).

Por supuesto, The Great Steam Fair —realizada en estrecha colaboración con Derrick Night, uno de los documentalistas británicos más destacados de ese período— opera necesariamente de un modo un tanto distinto de los trabajos que Gladwell dirigió en solitario. Con todo, incluso aquí se evidencia sobremanera la preeminencia que se le concede a la experiencia audiovisual por encima del propósito narrativo, y el resultado es un viaje fértil y evocador a otro mundo, un mundo de ensueño.

No obstante, más allá de las cuestiones de forma y función, existen muchos otros aspectos que comentar. Por ejemplo, podría advertirse el guiño a Jean Vigo de A Summer Discord y cómo la sorprendente mezcla de cinta en blanco y negro y en color constituye un antecedente —¿y tal vez incluso una influencia?— del mismo concepto formal del If…. de Anderson. Hasta se podría conjeturar si cabría considerar An Untitled Film uno de los primeros ejemplos de composición con imágenes tomadas en diferentes franjas horarias.

A pesar de todo ello, acaso la observación más sorprendente sea la de que los protagonistas masculinos en edad adulta se hallen casi totalmente ausentes del encuadre de Gladwell y a sus personajes principales de sexo femenino se los celebre ni más ni menos que por lo que son o cómo están: viejas o jóvenes, alegres o tristes. Gladwell no proyecta nada en estas mujeres, sino que, por el contrario, nos invita a participar de sus singulares y peculiares experiencias vitales. Este es tan solo uno de los muchos placeres que ofrecen los filmes, y una de las muchas razones por las que uno podría sentir el impulso de ir con la señora Thompson a echarse un baile y brincar festivamente justo antes de que cese la música y se enciendan las luces.

Sam Dunn es cofundador de la distribuidora cinematográfica Powerhouse Films (Reino Unido), cuya colección Indicator, en Blu-ray, presenta un abanico de filmes célebres y otros menos conocidos que abarcan múltiples géneros y épocas: del terror mexicano de la década de 1930 al fantastique francés de los 70, pasando por clásicos de Hollywood y la historia del cine británico.