Play-Doc Workshops

PLAY-DOC ha sido durante estos años algo más que un festival, ha sabido impulsar, acoger, cobijar y proteger un espacio de libertad y búsqueda, donde la práctica y la reflexión pudieron encontrarse, donde pudimos experimentar, probar, pensar con la cámara y el montaje sin dejar de trabajar desde la intuición, ponernos retos, perdernos en ellos, esbozar soluciones, transmitirlas, equivocarnos, aprender, avanzar con todo ese proceso y crecer. Así, juntos generamos un espacio deseado, donde lo que importaba era la forma vinculada al cine y a la realidad, donde lo que importaba era encontrar una voz propia y hacerlo siempre junto y gracias a las voces de los demás, un espacio para acompañarse y compartir.

Y de compartir es de lo que ahora se trata. Tenemos el privilegio, el orgullo y el placer de presentaros tres películas que de una forma u otra surgen o están vinculadas a lo que podría venir a ser una suerte de escuela de la mirada, la que hicimos entre todos, la que de alguna manera ha representado y quiere serguir representando PLAY-DOC.

O lugar dos avós de Victor Hugo Seoane y Salóme de Yrsa Roca Fannberg participaron del taller “Docs in Progress”, una residencia de montaje como reescritura que tuvo lugar a lo largo de dos semanas en el mes de diciembre de 2010. Africa 815 es el largometraje de Pilar Monsell, quien fue integrante del grupo de trabajo en “Docs in Porgress” y ha sido una de las realizadoras del Laboratorio de retrato filmado desarrollado en Tui desde 2009 hasta 2013.

Más allá de haber compartido camino y mirada con nosotros en algún momento de su proceso, lo que estas tres películas tienen en común podría expresarse así:

Curiosamente las tres construyen una aproximación a aquello que nos precede y en cierta manera nos determina: nuestros padres, nuestros abuelos, nuestro origen, nuestra historia y nuestra Historia. “Somos también lo que otros, antes que nosotros, fueron”. Llevamos esa marca, de una u otra forma ese es nuestro legado, nuestra ganancia y nuestra pérdida al mismo tiempo, nuestra herencia y nuestro peso.

Delante de ello las tres películas que vamos a ver proponen tres miradas distintas entre ellas, singulares, tres formas de cine que se definen en nombre propio, son personales y por lo tanto reconcocibles: Desde una cierta serenidad porosa; desde la incisión del enfrentamiento; desde la voluntad de un acercamiento por definición escurridizo. El cine que siente, el que provoca y reacciona, el que piensa…

Y paradójicamente estas singularidades en lugar de alejarlas, las vuelve a unir: las tres películas encontraron su forma justa, son muestra de un compromiso absoluto entre quien mira y lo que mira, entre la forma y el contenido. Son tres obras que resultan de un proceso de trabajo atravesado por la implicación, la elaboración constante, la exigencia, el cuestionamiento incansable, la fragilidad más expuesta y honesta. Y al mirar y darnos a ver al mundo dan cuenta de todo ello con contundencia, rugosidad, belleza y enorme generosidad.

Marta Andreu