AARIES HACEN BAILAR A PLAY-DOC A RITMO DE SOUL
Las hermanas Ayana y Ayinké Hipps regalaron al público un vitalista cóctel de clásicos versionados y temas propios en su primer directo español.
Tui. 3 de abril de 2011. Ayana y Ayinké Hipps, hermanas de Filadelfia que dicen haberse criado cantando a Lionel Ritchie día y noche demostraron ayer en su primer concierto en España que la práctica casera no les ha venido nada mal. Con sus potentes voces, Aaries regalaron al público un conjunto de temas propios y versiones de clásicos del R&B y del soul que hicieron las delicias de los asistentes, entregados por completo a las hermanas en los momentos más intensos de su directo.

La cita tuvo lugar en el marco de la séptima edición del Festival Internacional de Documentales Play-Doc, que tiene la tradición de pasar filmes relacionados con músicos de todos los estilos imaginables. Esta vez, Say My Name, de Nirit Peled, introdujo horas antes al público en el mundo del hip-hop, centrándose en la lucha diaria de las mujeres solistas por salir adelante en este ambiente machista que las trata habitualmente como objetos sexuales. Aaries, con canciones muy críticas a este respeto, participan en el documental, que fue ayer bien recibido en Play-Doc.

La sala Metropol de Tui acogía de madrugada este concierto, entonces, que comenzó con temas para menear el cuerpo, como el envolvente Hips Don't Lie, R&B de influencias caribeñas con maracas y panderetas de serie. Después de varias canciones de la misma guisa, Aaries cogieron sus sillas y se pusieron a hacer lo que realmente se les da bien. En un registro más íntimo, presentaron dos de los temas que formarán parte de su primer álbum, Best Kept Secrets.

El primero, presentado por Ayinké como un tema de mujeres que sobreviven en la jungla urbana, aun resuena en cabeza de este cronista, que no puede dejar de repetir "it is a cold war, you better know what you're fighting for" (es una guerra fría, mejor que sepas por lo que luchas). La descarnada voz de Ayana, llena de rabia y odio, ayudada de una poderosa expresión (¡cómo siente esta chica lo que interpreta!) dotó a la canción de una energía que hizo estremecer al público, que ovacionó a la solista con entusiasmo en el punto álgido del tema, digno de la mejor Aretha Franklin.

Después pasaron a cantar la vitalista Don't Stop Living y acabaron con algunas versiones de temas clásicos, en los que brilló el Don't Give It Up de Quincy Jones y Michael Jackson. Se despidieron con una larga pero nada aburrida jam session y dejaron a su DJ pinchando música para que la fiesta no decayese, una fiesta que duró hasta bien entrada la noche con Cold War en nuestras cabezas.


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