Killer of Sheep examina el barrio negro de Watts (Los Angeles), a través de los ojos de Stan, un hombre soñador y sensible a quien el daño psicológico de trabajar en un matadero está convirtiendo en un ser distante e indiferente. Frustrado por los problemas económicos, Stan encuentra alivio en pequeños momentos de belleza: el calor de una taza de té otra su mejilla, bailar lentamente con su mujer, tener a su hija en brazos. La película no ofrece soluciones, simplemente presenta la vida tal y como es, unas veces terriblemente desoladora, y otras veces llena de humor y alegría.