Una casa aparentemente normal. Las paredes están pintadas de rosa y la colocación hace pensar en una especie de decorado. Diversos objetos pueblan las estancias: geles de baño, champús, suavizantes del pelo, lubricante, toallitas.

Marina es una chica de 26 años que habita este espacio en el que parece que no está sucediendo nada. Trabaja como prostituta: la mayor parte del tiempo se dedica a esperar y a contestar las dudas de todos los interesados en tener un encuentro con ella.

De fondo, una hermandad de otras putas que se acompañan en una profesión en la que el estigma se asoma por todas partes.

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