FERNANDO LOPES Belarmino

«Belarmino como personaje me interesaba. Yo creía que Belarmino podía ser una metáfora de mí mismo y de lo que era el país en aquel momento. Sea en la filmación, sea en el montaje, yo tomo partido por Belarmino. Me identifico con él: es como si yo fuese su alter ego…». (Fernando Lopes)

«Belarmino no es ni documental, ni cine directo, ni una combinación de ambos, sino que abre territorios nuevos que el cine extranjero no comenzó a explorar hasta más tarde, cuando —no exclusiva ni necesariamente en el ámbito del documental— empezó a fusionar, cada vez en mayor medida, el control y la falta de control, el rigor formal y lo tangible —o impredecible— del gesto». (José Manuel Costa, hoja de programa de la Cinemateca, 5 de febrero de 2020)

«He aquí el eje de Belarmino la visión apasionada de un ser singular; la riqueza y la ambigüedad que hay en ello, en feroz oposición a cualquier tendencia hacia la generalización, la masificación. He aquí sus temas: la lucha del hombre aislado, la ciudad de Lisboa, el país de Portugal. Y, en el horizonte de todo esto, una cuestión mucho más general que, con cada nuevo visionado, se aparece cada vez más como la clave de su perdurable potencia: la cuestión del miedo. Se trata de una palabra que se repite una y otra vez cuando habla Belarmino. Incluso cuando, como ocurre en un momento dado, no hace más que mencionarlo para negarlo. Pero es precisamente esta forma que tiene de negar el miedo lo que parece revelar el núcleo oculto de todo el filme. “¿Tienes miedo cuando entras en el cuadrilátero?”. “Yo no. Tengo miedo simplemente como hombre, miedo de quedar mal”. Miedo como hombre. Miedo de quedar mal. Inadvertidamente, Belarmino ofrece la manifestación más perfecta de lo que, de otra manera, nunca deja de mostrar: que su reacción ante la cámara no es —y no puede ser— de total sumisión (es la cámara la que lo hace quedar bien o mal, y él lo sabe). Así que le miente a la cámara, al tiempo que confiesa, y por su confesión se filtra la mentira. Y, de este modo, el miedo que siente Belarmino ante la cámara resulta ser —con ese elemento de sorpresa que solo poseen las buenas películas— la clave que arroja luz sobre todo. El miedo en particular —sentido por un hombre, un hombre portugués—, pero también el miedo en su sentido universal. Belarmino, hecha con unos recursos limitadísimos, filme sin estudio, ajeno al género y a la industria, es nuestra película de cine negro, de guerra, de gánsteres o de aventuras: habla de la soledad y del miedo. Habla de algo universal y por eso conserva su atractivo». (José Manuel Costa, hoja de programa de la Cinemateca, 5 de febrero de 2020)

Este DCP es el resultado de la digitalización por inmersión, en 4K, del negativo de cámara original de 35 mm, complementado con una copia para distribución; ambos elementos fílmicos se conservan en la Cinemateca. El sonido se escaneó y se restauró a partir de la banda sonora óptica de una copia efectuada por la Cinemateca en el año 2014. El etalonaje digital y la restauración de la imagen corrieron a cargo de Cineric Portugal, tomándose como referencia una copia para distribución.

BELARMINO

Fernando Lopes, 74', 1964, Portugal
Escrita y dirigida por Fernando Lopes
Fotografía: Augusto Cabrita
Música: Manuel Jorge Veloso
Sonido: Heliodoro Pires
Montaje: Manuel Ruas
Producción: António da Cunha Telles
Distribución: Doperfilme
Con: Belarmino Fragoso, Maria Amélia Fragoso, Ana Maria Saulo, Albano Martins, Tony Alonso, Bernardo Moreira, Jean-Pierre Gebler, Júlia Buisel, Maria Teresa Noronha Bastos e Baptista-Bastos (entrevistador)

Retrato de un antiguo boxeador, Belarmino Fragoso, en su errar por una Lisboa que ya no existe. La soledad, el miedo y la derrota se entrecruzan en un filme que hace malabarismos con el documental, el drama y la entrevista en su tránsito por viejos vestíbulos de cines y clubes nocturnos. Se trata de la primera incursión de Fernando Lopes en el largometraje, con una banda musical jazzística y sombría de Manuel Jorge Veloso y la radiante fotografía de Augusto Cabrita, en lo que constituye una de las películas emblemáticas del Cinema Novo portugués.

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