Aravindan Govindan

Primera retrospectiva española

«¿Por qué Aravindan Govindan con su Kumatty y Thampu?» es, invariablemente, la primera pregunta que me formulan cuando la gente se entera de la decisión de la Film Heritage Foundation (Fundación para el Patrimonio Fílmico) de restaurar esas obras maestras de 1979 y 1978, poéticas pero relativamente desconocidas, si las comparamos con «clásicos» más obvios que ha producido la India a lo largo de más de un siglo de cine. Diría que el viaje que culminó en la restauración de Kummatty se inició en 1992, cuando yo acababa de entrar en el Film and Television Institute of India (Instituto de Cine y Televisión de la India [FTII]), en Pune, para estudiar guion y dirección cinematográfica. Era una época en la que estábamos inmersos en el visionado de las películas de los maestros del cine mundial: Tarkovski, Buñuel, Bresson, Antonioni…, pero incluso ahora, casi tres décadas después, recuerdo con claridad salir del auditorio del FTII tras ver mi primera película de Aravindan, Kummatty; poética, amable, visualmente poderosísima, meditativa, con silencios elocuentes… Me cautivó.

Me vi todas sus cintas. Kanchana Sita (1977), Thampu (1978), Pokkuveyil (1981), Chidambaram (1985)…, y lo maravilloso de todo ello es que cada película era diferente; una exploración, cada una de ellas, de la forma cinematográfica, imposible de encasillar en los géneros y estilos narrativos convencionales, ajena a los dictados de la teoría y el canon del cine porque Aravindan era autodidacta. Su singularidad radica en la creación de poesía sobre el celuloide mediante la tranquilidad y el silencio, casi un lenguaje en sí mismo, profundamente influido por el paisaje, el arte tradicional y la cultura que rodeaban a este autor. Su cine es como un espejo que refleja la realidad, junto con su magia.

Aravindan Govindan fue uno de los cineastas más extraordinarios de la India y un faro del nuevo cine indio malabar de las décadas de los setenta y ochenta. Auténtico hombre renacentista, fue pintor, historietista, músico, director teatral y realizador. Con su autodidactismo, sus obras no acusan el peso del canon cinematográfico y vienen marcadas por una concepción del todo original del cine. En su carrera, trágicamente breve —de 1974 a 1991—, hizo once películas y diez documentales, y casi todas sus cintas fueron galardonadas con premios nacionales o estatales.

Desde su primera obra, Uttarayanam (1975), a la última, Vasthuhara, de 1991, en su notable filmografía se cuentan joyas cinematográficas como Kanchana Sita (1977), Thampu (1978), Kummatty (1979), Pokkuveyil (1982), Chidambaram (1985) y Oridathu (1987).

De niño, Aravindan sentía fascinación por la música y durante mucho tiempo estudió música clásica. Se licenció en Botánica con una distinción especial por sus calificaciones y accedió a un buen puesto en el Consejo del Caucho. En aquella época se encontraba explorando su interés por el arte, la pintura al oleo y la acuarela y tomó parte en exposiciones conjuntas. Aravindan, renombrado historietista antes de entrar en el mundo del cine, sacó una serie de viñetas titulada Cheriya Manushyarum Valiya Lokavum (Hombres pequeños en un mundo grande), que apareció en el semanario malabar Matrubhumi de 1963 a 1971. También participó en los movimientos del sector dramático de Kerala y fue una figura fundamental en la creación de los grupos teatrales de Navarangam y Sopanam.

Se le ha descrito como poeta-filósofo dotado de visión, autor de películas místicas y trascendentes en las que se ponía de manifiesto una honda compasión por los excéntricos, los marginados y los alienados. En palabras de Aravindan, «el cine, como la pintura o la música, es mejor cuando es puro y cumple una función estética». Y cada una de sus obras da testimonio de la pureza de su filosofía como artista.

Si bien a Aravindan se le considera, sin lugar a dudas, uno de los decanos del movimiento del cine alternativo en la India, la circulación de sus filmes ha ido decayendo con el paso del tiempo. Cuando el renombrado crítico cinematográfico japonés Tadao Sato vio Kummatty por primera vez, afirmó que se trataba de la película más hermosa que había visto nunca. En Pune, el National Film Archive of India (Archivo Cinematográfico Nacional de la India [NFAI]) digitalizó algunas de sus obras hace unos años, pero yo sabía que esas versiones no le hacían justicia a la original visión de un artista como Aravindan. Sabía, pues, que, si no se restauraban pronto sus películas, lo que quedaría serían réplicas mediocres que no reflejarían sino una mera sombra de la maestría de este gran realizador. Enseguida me di cuenta de la urgencia de la situación, pues los negativos de cámara originales parecían haberse perdido y las copias existentes se estaban deteriorando con rapidez.

El viaje que llevó a la restauración de las películas de Aravindan comenzó cuando me desplacé a Kollam (Kerala) el 1 de febrero de 2020 para reunirme con el productor K. Ravindranathan Nair. Este, empresario dueño de un próspero negocio de exportación de anacardos, ciertamente no era un productor al uso. Con él hablé de nuestro deseo de hacer una restauración en 4K de dos de las cintas de Aravindan, Kummatty y Thampu, y Nair, hombre de pocas palabras, concedió permiso de inmediato. Habíamos comentado esta restauración con nuestros viejos colaboradores, The Film Foundation —de Martin Scorsese— y la Cineteca di Bologna, y llegamos a un acuerdo por el que ellos se encargarían de Kummatty y nosotros de Thampu.

Una vez que tuvimos el visto bueno oficial, mediante la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) sacamos una convocatoria dirigida a archivos e instituciones de todo el mundo que fuesen miembros de la FIAF, con objeto de procurarnos los mejores elementos fuente que existiesen y que pudiéramos usar en la restauración. Sin embargo, por desgracia —como yo me temía—, ninguno de los negativos de cámara originales de las películas de Aravindan habían llegado hasta nuestros días: todos se habían fundido y del celuloide licuado no se pudo rescatar nada.
Recibimos contestación de la Biblioteca del Congreso estadounidense y del Archivo Fukuoka japonés, que nos informaban de que tenían copias, pero no se encontraban en muy buen estado y, en el caso de las del Japón, a la película se le habían incrustado subtítulos en japonés. Hice una consulta en el NFAI, desde donde confirmaron que el archivo disponía de copias de las cintas, inclusive sin subtitular. A fin de inspeccionarlas, me desplacé a Pune con el conservador cinematográfico de nuestra fundación y comprobé que no se hallaban en muy buen estado; no obstante, eran los mejores elementos que fuimos capaces de localizar, de manera que, en primer lugar, enviamos las copias de Kummatty al laboratorio L’Immagine Ritrovata de Bolonia. Al haber trabajado tanto con el Prasad Studio de Chennai como con este último, decidimos dividir el proceso de restauración de Thampu entre los dos laboratorios. De este modo, hablamos con Saiprasad Akkeneni, de la Prasad Corporation Pvt. Ltd., de Chennai, y él accedió a colaborar con nosotros en la restauración encargándose del escaneado y limpieza digital de la película en las instalaciones que la empresa tenía en aquella ciudad.
La restauración de Kummatty planteó grandes dificultades. Al inspeccionarla, el laboratorio observó que ambas copias tenían mucho desgaste, estaban muy sucias y mostraban profundas rayaduras. Una de las cintas presentaba una línea vertical continua de color verde en el lado derecho de la imagen, cuya eliminación exigió un minucioso trabajo manual fotograma por fotograma. El color del positivo se había deteriorado y el entorno natural de la película, que en ella constituía un personaje esencial, había perdido por completo la rica paleta cromática de los cielos, las praderas y el follaje y se había tornado íntegramente magenta, lo cual supuso una auténtica dificultad a la hora de conseguir honrar lo mejor posible la visión original de Aravindan.

Como la restauración se hizo en plena pandemia, el proceso se complicó aún más, sobre todo en lo relativo a la gradación del color, que normalmente se habría efectuado presencialmente en el laboratorio. En vez de eso, fue necesario que nos enviasen las secuencias por Internet y tuvimos que pasarnos días transmitiéndole nuestras observaciones, telemáticamente y por Zoom, al técnico que se encargaba de esa tarea, para que saliese bien. Aunque el cineasta Shaji N. Karun, que había rodado muchas de las películas de Aravindan y había trabajado mano a mano con él, se puso a nuestra disposición para las largas consultas que tuvieron lugar entre Ramu Aravindan —hijo del autor—, el colorista del laboratorio y yo, le resultó difícil explicarnos las tonalidades exactas por Internet, por lo cual Ramu se desplazó a los exteriores y sacó fotografías para que tuviésemos mejores referencias cromáticas.

Al ser músico, Aravindan insistía mucho en que la combinación del diseño musical y el sonoro de sus películas fuese impecable. Por desgracia, en el caso de Kummatty nos encontramos, una vez más, con el obstáculo de que no disponíamos del negativo sonoro original y trabajábamos con el sonido de la copia, que estaba lejos de ser ideal. Ramu Aravindan nos ayudó a conseguir las cintas de cuarto de pulgada de su padre y digitalizamos unas quince con la esperanza de hallar mejor material fuente, pero no había nada. En consecuencia, los ingenieros del laboratorio tuvieron que pasar muchas horas limpiando y remasterizando el sonido.

Sin embargo, el resultado compensó con creces todo lo que habíamos peleado y los escollos a los que habíamos tenido que hacer frente. La película restaurada se proyectó en el festival Il Cinema Ritrovato de Bolonia el 25 de julio de 2021 y los amigos que la vieron se quedaron apabullados por las imágenes, el color y la pura poesía del filme, que brillaba como una gema en la pantalla grande.
La restauración de Thampu también resultó ser una ardua tarea. La cinta presentaba desgarros y perforaciones rotas y, como el contratipo se había sacado de una copia, no tenía tanta latitud como habría tenido un negativo de cámara original. El escaneado de la película y el sonido y el trabajo manual de horas que se invirtió en la limpieza digital de las rayaduras y los desgarros y en la estabilización de la imagen se realizaron en los Prasad Studios de Chennai. El de restauración fue un proceso que exigió una coordinación constante entre yo mismo en Bombay, los técnicos de Prasad en Chennai y el laboratorio de Bolonia.
Thampu la había rodado en blanco y negro Shaji N. Karun en película Indu Stock, marca india de paquetes de película que se fabricaban en Ooty. Puesto que el material fuente se encontraba en mal estado, la película escaneada presentaba gruesas líneas negras e imágenes en las que se notaba mucho el grano, y hubo que estabilizar la imagen. En la copia sobre la que trabajábamos, las escenas de exteriores estaban llenas de imágenes de alto contraste: los negros eran muy negros y los blancos muy blancos, sin tonos intermedios ni detalles de sombras. No queríamos que la película tuviese una apariencia totalmente limpia, igual que las digitales de alta definición, sino igualar la belleza de las imágenes originales y conservar algo del grano para que aún diese la sensación de celuloide. Una vez más, Ramu Aravindan y Shaji N. Karun, que fue quien rodó la película, así como yo mismo, aportamos constantes observaciones y comentarios sobre la gradación. Otra dificultad enorme radicó en el sonido, de muy mala calidad por haberse tomado de la copia. Aravindan siempre insistía mucho en el diseño sonoro de sus filmes, y en Thampu el sonido desempeñaba un papel de especial trascendencia porque el rodaje se había hecho al estilo cinéma verité, con un reparto formado principalmente por actores no profesionales de una compañía circense, donde el sonido ambiental y la minuciosidad y la superposición de pequeños detalles como el rumor del agua, el murmullo de voces y el zumbar de los insectos formaban parte integral de la maestría artística del filme. En Bolonia hubo que dedicar un intenso trabajo a la restauración del sonido, que fue una labor que llevó meses hasta que por fin pudimos darle el visto bueno.

Pero, cuando vi la versión restaurada definitiva, supe que era extraordinaria, sobre todo dado el estado de los elementos con que tuvimos que trabajar. Y me dio la razón el hecho de que la restauración de Thampu fuese seleccionada para un estreno mundial, con alfombra roja, en el Festival de Cine de Cannes de 2022.

El festival es territorio frecuentado por cineastas eminentes, archivistas, historiadores del cine y cinéfilos y tengo entendido que muchos de ellos quedaron presos del asombro y la emoción al descubrir a un nuevo maestro del cine, o, en el caso de otros, al redescubrir a un viejo maestro. Albergamos la ilusión de que la película restaurada se estrene en salas de la India y a ello sigan proyecciones en festivales y su debut en plataformas virtuales de transmisión en continuo por Internet. Al fin y al cabo, el fin último de la conservación y restauración de una película es el de insuflarle nueva vida y llevarla a otros públicos, así como recordarles a aquellos que la vieron hace décadas y quedaron encantados por qué se enamoraron de ella la primera vez.

— Shivendra Singh Dungarpur